Un territorio en el que es posible soñar, reinterpretar, moldear, crear, construir, con la fragilidad de un recién nacido, pero con la fortaleza de ser un espacio orgánico y vivo.
Un nuevo hábitat en el que los participantes sonríen ante los retos, se refugian, donde la cultura, el arte y la filosofía florecen nuevos mimbres. Mimbres para tejer una nueva forma de entender la vida y la educación en torno a valores como la ecología, la equidad, el feminismo y la solidaridad.
“…atartean nengoela, amak altzoan hartu ninduen, eta emeki esan zidan…”